lunes, 29 de junio de 2015

OXI (NO)





“Desde el inicio de la crisis, en los últimos cinco años, 10.000 personas han cometido suicidio en Grecia. Es la población de una ciudad entera, de una ciudad que ha sido borrada del mapa. Uno de ellos era mi hijo”.
Theodoros Giannaros es el director del hospital público ateniense Elpis desde 2010. Theodoros, con un polo blanco, sentado en la mesa de su despacho atestado de papeles, mira a la cámara y habla con serenidad. Su hijo se tiró a las vías del metro en la estación de la Acrópolis cuando lo despidieron de su trabajo.

No puedo ser objetiva con Grecia. No puedo ser objetiva con un país de la Unión Europea al que se trata, dentro de esa misma UE, como si fuera un país-paria. Pero ¿qué ha hecho Grecia para merecer esto? Derrochar. Sí. Escaquearse del pago de impuestos. Sí. (Actos todos que me recuerdan a otras naciones mediterráneas). Remozar el país para las Olimpiadas endeudándose. Sí. ¿Con quién? Con Alemania. Ah.
Ah.
Klar. Genau.
Resulta que conozco la mentalidad alemana y que conozco la mentalidad griega. Que he vivido / convivido con ambas mentalidades.
Y que son irre... conocibles.
Irre en alemán significa loco. Puede ser: para los alemanes los griegos son un pueblo encantador con unas islas deliciosas, que te abren sus casas, sus tabernas, te regalan productos de la huerta, mantienen las tradiciones, tienen unos popes de lo más exóticos con luengas barbas e iconos rodeados de velas, mares impolutos y más de mil islas adonde irse de vacaciones es como entrar en un retablo intacto desde la edad media. Gott, ist es nicht schön?
Sí, es hermoso.
-Pero yo no me fiaría de ellos, monetariamente hablando, ya me entiendes –me confía un financiero alemán que pasa los veranos en la isla de Tilos, en el Dodecaneso.
Estamos en una taberna al borde del mar, donde los pescadores traen en furgoneta sus capturas del día. Los tomates vienen de las huertas del pueblo. El dueño habla tres idiomas, porque ha vivido en Alemania y en Reino Unido. Da conversación, invita a un Ouzo y la cuenta está por debajo de los estándares de cualquier país del norte de Europa. Los turistas se van satisfechos y cuando regresan a Düsseldorf, votan a Angela Merkel y protestan porque creen (falsamente) que los alemanes pagan todas las deudas en la UE, sobre todo las de Grecia.
Irreconocibles.


Entonces lo entiendo, lo que está sucediendo. Entiendo que cuando la UE pone al país al borde cometer un suicidio masivo (subir el IVA al 28%, lo que acabaría con su ahora principal fuente de ingresos, el turismo; bajar aún más las pensiones; recortar, recortar y recortar), el presidente Alexis Tsipras se plante y diga: que lo decida el pueblo en un referéndum (que es un reto para la UE).
Lo entiendo. No tiene nada que ver con ser de izquierdas o de derechas. Pura supervivencia.
Y es un entendimiento irracional. Pero lo entiendo. Una huida hacia adelante: Europa, no nos querías, pues nos largamos.
¿Estaremos peor que hasta ahora si nos vamos de Europa?, cavilan los griegos (al menos los que yo conozco).
Nadie lo sabe. Ulises se lanza al mar embravecido.
Lo entiendo.
Lo entiendo.
Entiendo cuando Theodoros Giannaros después de hablar de su hijo muerto concluye: “Solo puedo decir que me avergüenzo de ser europeo”.

http://greece.greekreporter.com/2015/06/12/head-of-greek-hospital-gives-emotional-interview-on-suicides/